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​Pieza del mes, diciembre 2015

​​A)
Coriolano Leudo Obando (1886-1957)    
Niño de Vallecas 
ca. 1913 
Pintura (óleo/tela adherida a madera) 
Número de registro: 3059

B)
Fernando Botero Angulo (1932-)   
El niño de Vallecas
1959 
Pintura (óleo/tela) 
Número de registro: 319​​

Coriolano Leudo y Fernando Botero se acercan desde diferentes perspectivas a la obra de Diego Velázquez (1599-1660), uno de los pintores españoles más importantes en la historia del arte en Occidente. Las dos piezas que se presentan este mes corresponden a ejercicios visuales que, en temporalidades distintas, ofrecen interpretaciones inspiradas en una reconocida obra del artista español, hoy conservada en el Museo del Prado en Madrid: El niño de Vallecas.

Al contrastar las tres pinturas podemos comprender cómo la institución artística, en constante transformación, se enriquece una y otra vez con el trabajo de los más ovacionados maestros, no sólo dando crédito sino también preservando su legado. Junto a homenajes apologéticos, los artistas colombianos han asumido las obras maestras dependiendo de las concepciones estéticas de su época.

La réplica fue una constante entre los ejercicios académicos de la Escuela de Bellas Artes en los primeros años del siglo XX, tal como lo evidencia la pintura de Coriolano Leudo. Por otra parte, la interpretación que hace Fernando Botero de la pintura de Velázquez responde a los intereses de apropiación subjetiva asumidos por artistas modernos en la década de los cincuenta.

Copiar para aprender

El ejercicio de reproducir de manera idéntica obras de artistas europeos era parte del repertorio de la enseñanza de las artes en Colombia desde la inauguración de la Escuela de Bellas Artes, en 1886. Esta fórmula era un legado de las academias españolas y francesas, a donde artistas como Coriolano Leudo solían ir a estudiar. Se consideraba que esta práctica potenciaba las habilidades técnicas del artista, asunto que, en teoría, le permitía al intérprete expresarse con mayor facilidad a la hora de enfrentar sus propias creaciones.

La pintura española, en especial la obra de Diego Velázquez, influyó notablemente en el trabajo de quienes, a finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, formaban parte de la Escuela Nacional de Bellas Artes, ubicada en Bogotá. En una entrevista hecha por Cromos a Coriolano Leudo, éste describe al prestigioso pintor español como "un artista de todos los siglos, de todas las razas". A su juicio, su genialidad es tal que pertenece a todas las escuelas, puesto que "es clásico. Es impresionista. Es cubista"1.

La pintura en cuestión está firmada y fechada con rojo en la esquina superior izquierda ("C. Leudo copió de Velázquez"), y tal como solía pasar con estos ejercicios académicos, se enfoca en un detalle, correspondiente a la parte superior de la obra original. La réplica ingresa al Museo Nacional en 1948, cuando se trasladan desde la Escuela de Bellas Artes algunas piezas coleccionadas a partir de 1902 con propósitos puramente pedagógicos, tal como anota Miguel Huertas:

Desde su formación, la Escuela de Bellas Artes reunió una colección de obras de arte nacional e internacional expuesta en un museo propio que funcionó varios años desde 1902, a pesar de la precariedad y la falta de apoyo oficial. Posteriormente, en 1931, se fundó el Museo de Reproducciones artísticas de la Escuela, que estuvo al principio en la iglesia de San Ignacio. Este museo incluía en su acervo pinturas que reproducían importantes obras del arte occidental hechas desde fines del siglo XIX por miembros de la Escuela que viajaban a Europa a ampliar sus estudios, principalmente a Madrid y a París2.

Además de la réplica de El niño de Vallecas, el Museo Nacional conserva una pintura correspondiente a un fragmento del Amor profano y el amor sagrado, del pintor italiano Tiziano (1477/1490-1576), realizada también por Leudo, y una copia de La cena, de Giambattista Tiepolo (1696-1770), atribuida a F. Archila (s.n.), entre otras.

Este tipo de obras nos remiten a la enseñanza de las artes vigente hasta 1935, que tiene como criterio, entre las posibilidades legitimadas desde la historia del arte, elegir la técnica y los modelos apropiados para el ejercicio creativo individual. En 1936, cuando la Escuela ya es parte de la Universidad Nacional, se empieza a pensar en nuevos parámetros para la formación de los artistas, abogando por la independencia creativa y técnica.

Apropiar para cuestionar

La pintura El niño de Vallecas, de Fernando Botero, es parte de una serie en la que el artista aborda una figuración de anatomías deformadas, una pincelada gestual y composiciones frontales que ocupan todo el espacio. Pertenecen también a este periodo piezas como Arzodiablomaquia, La lección de guitarra y Homenaje a Mantegna (La camera degli sposi), todas estas trabajadas entre mitad de la década de los cincuenta y principios de los años setenta.

Botero hizo once versiones de El niño de Vallecas en 1959, conmemorando los 300 años de la muerte del pintor sevillano. Y si Coriolano Leudo decidió retratar un fragmento de la pintura haciendo hincapié en la parte superior del cuerpo, el antioqueño va más allá, de tal manera que el personaje parece desbordar el lienzo. Paradójicamente, en la interpretación de Botero el enano simula ser gigante y el mayor porcentaje del área de la tela se dedica al rostro. En esta particular manera de representar el cuerpo humano, insólita para el público colombiano, Walter Engel encontraría reminiscencias a la escultura de la comunidad indígena de San Agustín y sus proporciones monumentales. Diría que para estas pinturas "La inspiración viene tanto del Renacimiento italiano como de la Colombia aborigen3". El comentario de Engel enfatiza en un aspecto clave y es que la interpretación de Botero entremezcla estéticas e inquietudes autóctonas con una imagen considerada obra maestra del arte europeo. Asumir de este modo una pintura como la de Velázquez implica un distanciamiento crítico con la historia del arte, posición característica de los artistas modernos.

Sin embargo, algunos críticos de la época se refirieron a El niño de Vallecas y a otras pinturas de este periodo con términos despectivos, fruto de la incomprensión de un estilo tan novedoso en la plástica colombiana4. Un año antes, en el Salón de Artistas Colombianos celebrado en 1958, los miembros del jurado describieron una pintura de Botero como "extraña", "desmesurada", "confusa", "tremenda" e "incómoda5". Marta Traba llamaría a este estilo pictórico "feísmo6" y respondería a las acusaciones afirmando que, en el riesgo que asumía Botero, lo feo demostraba ser igualmente efectivo que lo bello en cuanto a emoción estética7.

Aunque en la obra de Botero se busca una apropiación subjetiva al interpretar la pintura de Velázquez, subyace en ambos trabajos una búsqueda similar por las posibilidades expresivas de lo abyecto y la potencia emocional que esto implica. En el caso de Velázquez, su interés por pintar a los bufones y enanos del rey proviene de la particularidad de sus gestos poco comunes y sus deformidades anatómicas, pero esta fijación está siempre mediada por la dignidad particular con la que los retrataron, que genera una gran compasión por parte del espectador8.

Estas dos pinturas colombianas inspiradas en una misma obra, realizadas con casi 50 años de diferencia a lo largo del siglo XX, se pueden entender como una muestra del cambio de actitud frente a la educación artística en el país y las transformaciones en la manera como se ha asumido la relación entre la historia del arte y la subjetividad del artista.

 


 

1El Duende Caballero [Eduardo Castillo]. "Una hora con Coriolano Leudo". Lecturas dominicales. El Tiempo (Bogotá, Colombia), 14 de agosto de 1927, 161-163. Citado por Ivonne Pinni en http://icaadocs.mfah.org/icaadocs/ELARCHIVO/RegistroCompleto/tabid/99/doc/1079520/language/es-MX/Default.aspx.

2Miguel Huertas. "La Escuela Nacional de Bellas Artes de Colombia y su fusión a la Universidad Nacional de Colombia (1886-1993)" (tesis de doctorado en Arte y Arquitectura. Bogotá: Facultad de Artes, Universidad Nacional, 2013).

3Walter Engel. "XI Salón Nacional de Artistas Colombianos, plástica N.° 12". Bogotá, julio-diciembre de 1958.

4Christian Padilla. "Fernando Botero, la búsqueda del estilo (1949 – 1963). Bogotá: Fundación Proyecto Bachué, 2012, 108.

5"Predios de Salón". Semana. Bogotá, 9 de septiembre de 1958.

6Marta Traba. "La pintura en 1959". Semana. Bogotá, 8 de septiembre de 1959.

7Marta Traba. "Un gran cuadro en el Salón Nacional". El Tiempo. Bogotá, 14 de septiembre de 1958, 86.

8Enrique Valdivieso. "El niño de Vallecas: consideraciones sobre los enanos en la pintura española". En Velázquez. Varias colaboraciones. Madrid: Fundación Amigos del Museo del Prado, 1999, Galaxia Gutenberg, 389-390, y también J. Correa. Enanos, locos y bufones en la obra de Velázquez, abril de 2006. Consultado en http://pingoscopio.blogspot.com.co/2006/04/acerca-de-los-bufones-de-velazquez.html.

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