El mayor complejo de monumentos megalíticos prehispánicos de Sudamérica se encuentra en la región arqueológica del Alto Magdalena, entre los municipios de San Agustín, Isnos y sus alrededores, en el departamento del Huila. Se trata de esculturas talladas en piedra, dispuestas a lo largo de un majestuoso territorio montañoso que hace parte del macizo colombiano. Su origen se remonta a un periodo comprendido entre el año 1 y el 900 d. C.

Una escultura lítica de San Agustín fue la inspiración para un escultor moderno, creador de la estatua que desde diciembre de 2025 es la pieza anfitriona del Museo Nacional de Colombia. Tallada en toba volcánica –un tipo de roca ígnea–, esta obra representa una figura humana ataviada con una máscara ritual. La figura sostiene en sus manos dos herramientas que aluden al oficio de la talla. La pieza original ha sido ampliamente documentada por investigadores de la arqueología colombiana, entre ellos, Carlos Cuervo Márquez, Karl Theodor Stoepel, Agustín Codazzi, Konrad Theodore Preuss, Luis Duque Gómez y Pablo Gamboa, tal como refiere Llanos^[1].

En la actualidad, la escultura original hace parte de la colección del Museo del Oro^[2]. Por su parte, la réplica integra la colección del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (icanh) desde 1998, tras haber sido decomisada a un ciudadano en Nantes, Francia. En el mismo operativo fueron recuperadas tres esculturas originales que habían sido extraídas ilegalmente de Colombia. Aunque en un primer momento la escultura fue catalogada como original, los análisis técnicos, formales y estilísticos posteriores permitieron establecer que se trata de una recreación moderna, probablemente elaborada por alguno de los talladores expertos de la región, quienes tradicionalmente han reproducido con notable destreza las formas, proporciones y motivos característicos del arte escultórico agustiniano, y, de esta manera, han continuado con una tradición que data de milenios atrás.

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​ ​​​ Vanessa Vellojín González (1993-) Estatuaria de San Agustín 2025 Copia digital Colección privada de la fotógrafa

Entre las piezas decomisadas en ese mismo caso, se encuentra otra escultura que hoy se exhibe en la sala Tiempo sin olvido del Museo Nacional de Colombia. Consiste en una figura humana tallada en alto relieve sobre una laja de piedra, que representa a un personaje de cuerpo entero que viste un faldón. Tanto esta pieza como la réplica anfitriona evocan aspectos de la cosmogonía de las comunidades que habitaron la región del Alto Magdalena entre el año 1 y el 900 d. C.

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​ ​​ ​​​ Región arqueológica San Agustín, Alto Magdalena Estatua figura antropomorfa 1 - 900 d. C. (cronología relativa) Piedra pulida y tallada Cód. ICANH 2010-1 Instituto Colombiano de Antropología e Historia​

La exhibición de la pieza anfitriona está acompañada por una fotografía histórica que muestra a una persona frente a lo que hoy es la Mesita B en el Parque Arqueológico de San Agustín, Huila. La imagen fue tomada en 1960 por el arqueólogo Luis Duque Gómez y hace parte del archivo institucional del icanh. La revisión de archivos realizada sugiere que la persona retratada podría ser la antropóloga Virginia Gutiérrez de Pineda, figura pionera en los estudios sobre la familia en Colombia, así como en el desarrollo de la sociología y la antropología médica en el país.

A la par de San Agustín, el complejo arqueológico de Tierradentro, Cauca, ha sido fundamental en la historia extensa del Alto Magdalena. Este lugar alberga una de las mayores concentraciones de hipogeos –tumbas subterráneas talladas en roca blanda de origen volcánico– en la región. El sitio arqueológico da cuenta de un amplio desarrollo de la arquitectura funeraria y la iconografía mural hacia los siglos vi y x de nuestra era.

Las figuras representadas dentro de los hipogeos corresponden a motivos geométricos, entre de los que se destacan los romboides. En términos de pigmentos, fueron usados cuatro colores: el negro, el rojo, el amarillo ocre y el blanco, obtenidos en su mayoría de materiales como la pizarra y las arcillas^[3].

Por lo menos desde el siglo xix, los sitios de San Agustín, Ídolos y Tierradentro concentraron el interés científico de exploradores, como el geógrafo Agustín Codazzi, quien hacia 1857 describió y analizó las estatuas agustinianas bajo la hipótesis de una posible relación entre la estatuaria y los indígenas andaquíes^[4]. En las primeras décadas del siglo xx fueron adelantadas diferentes investigaciones que lograron, entre otras cosas, llamar la atención de entidades del Estado sobre estos complejos.

El 6 de octubre de 1931, mediante la Ley 103, el Congreso de Colombia declaró de utilidad pública los monumentos y objetos arqueológicos del complejo que denominó “Monumento Nacional del Alto Magdalena y San Agustín". Esta declaración puso un foco en la salvaguarda y conservación de los bienes y la estatuaria arqueológica. Entre otros aspectos, en dicha ley se decretó prohibir la venta o exportación de dichas piezas arqueológicas, sancionar las afectaciones que pudiesen recibir, ordenar presupuesto para adelantar investigaciones en los sitios y, finalmente, facultar al Gobierno nacional para comprar los terrenos, con el fin de conformar un “parque nacional". El Parque Arqueológico sería una realidad cuatro años más tarde.

Décadas más tarde, el 9 de diciembre de 1995, San Agustín, Ídolos y Tierradentro serían incluidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) dentro de la lista de lugares patrimonio de la humanidad. Esta inclusión hace énfasis en el aporte de cada uno de estos sitios arqueológicos en el desarrollo de las artes monumentales, así como su valor cultural en cuanto que memoria del pasado y legado para las generaciones presentes y futuras.

En la actualidad, diferentes procesos locales y comunitarios en San Agustín potencian el sentido identitario y sagrado de los sitios y monumentos de la región –muchos de ellos saqueados y llevados fuera del país durante el siglo xx–. La demanda ciudadana es la de rematriar –volver a la Madre Tierra– las piezas/seres que les han sido arrebatados. Tanto las reivindicaciones locales y nacionales como la inclusión en la lista de patrimonio mundial dan cuenta de un llamado vigente de reconocimiento, protección y activación de los patrimonios arqueológicos del país.

Bibliografía

Fuentes primarias

Ley 103 de 1931. Por la cual se fomenta la conservación de los monumentos arqueológicos de San Agustín (Huila). (6 de octubre de 1931). D.O. No. 21812.

Fuentes secundarias

Aroca Araújo, Armando. “Análisis de los diseños en los hipogeos del parque arqueológico de Tierradentro, Cauca, Colombia". Revista UDCA Actualidad & Divulgación Científica 16, n.º 2 (2013): 525-534.

Llanos, Héctor. “Ensayos historicos y arqueológicos". Viajeros ilustrados y arqueológos (2014). https://ensayoshistoricosyarqueologicos.blogspot.com/2014/04/viajeros-ilustrados-y-arqueologos-de.html.

Reyes, Aura Lisette. “La materialidad amerindia, entre relatos míticos y colecciones: una biografía de Konrad Theodor Preuss". Encyclopédie Bérose des histoires de l'anthropologie (2018). Https://www.berose.fr/article1526.html?lang=fr

Sotomayor, María Lucía y María Victoria Uribe. Estatuaria del macizo colombiano. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología, 1987.

Bibliografía consultada

Pineda Giraldo, Roberto. “Inicios de la Antropología en Colombia". Revista de Estudios Sociales (1999). Http://journals.openedition.org/revestudsoc/30649​

Colección: Arqueología
Lugar: Museo Nacional de Colombia
Fecha: diciembre de 2025 
Curador(es): ​Natalia Sofía Angarita Nieto, Curaduría de Arqueología.

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