Música y oralidad:
la identidad de un pueblo
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¿Cómo suena una región?... Para saberlo hay que poner atención a la manera de hablar de sus habitantes y oír los ritmos musicales que inundan sus rincones. Sentados en las salas de nuestras casas, los colombianos reconocimos el acento, los dichos y los refranes que revelan la historia y la idiosincrasia de cada región. Así mismo, nos deleitamos con la música tradicional colombiana y aquellas de otros países que encontraron un lugar en nuestra cultura. Con la música, los creadores de las telenovelas acentuaron los momentos más emotivos de aquellas historias, nos ayudaron a identificar el lugar en el que se encontraban sus personajes y nos narraron pasajes de la vida de estos pueblos. Los porros y los vallenatos recrearon la atmósfera Caribe para producciones como Caballo viejo y Escalona. Los pasillos, tangos y la música de cantina, recrearon el ambiente de las montañas antioqueñas y quindianas en Quieta Margarita, La casa de las dos palmas y Café. Los ritmos de la salsa y los cantos ceremoniales afrochocoanos trajeron los paisajes del Valle del Cauca en Azúcar y los joropos inundaron de inmensidad llanera a La potra zaina. Por otro lado, en estas telenovelas el actor jugaba un papel fundamental en la representación del lenguaje, pues debía asumir no sólo la oralidad del personaje al que encarnaba, sino toda la carga cultural que este elemento conllevaba. Algunos de los personajes que evidenciaron la importancia de este elemento en la telenovela de región fueron Gallito, el Fercho Durango y Sussy de Lavalle en Gallito Ramírez; Epifanio del Cristo Martínez, la Tía Cena y Reencarnación Vargas en Caballo viejo; Abel Mediorreal en Quieta Margarita; Zenovia e Ignacio en Azúcar; el Mane Molina y la Vieja Sara en Escalona; Chepe Estrada en La potra zaina y Gaviota y Carmenza Suárez en Café. |