Encabezado. Mutis al natural
José Celestino Mutis


José Celestino Mutis
1808
Grabado papel y tinta
80 x 56 cm
Casa Museo del 20 de julio de 1810



Copia de José Celestino Mutis del enunciado y resolución de varios
problemas de Álgebra. Al dorso, dibujo a lápiz y tinta de un ave
José Celestino Mutis
Sin año, Data de un momento entre 1760 y 1808
Manuscrito
31 x 21,5 cm
Archivo Real Jardín Botánico de Madrid (ARJBM)
José Celestino Bruno Mutis Bosio nació en Cádiz el 6 de abril de 1732. A mediados del siglo XVIII, la ciudad se erigía como el primer puerto comercial del mundo, el baluarte de la defensa nacional y el lugar de la infraestructura científica más poderosa de España. Mutis estudió cirugía y medicina en el Colegio de San Fernando de Cádiz y en la Universidad Hispalense de Sevilla se recibió de Bachiller en Medicina. Fue profesor de anatomía en Madrid, donde proyectó una academia de ciencias.

Pertenecía al partido monarquista y defendía el fortalecimiento del poder del Rey. Aprendió por cuenta propia las matemáticas y la física. En 1760, a comienzos del reinado de Carlos III, se embarcó para el Nuevo Reino de Granada, como médico del virrey Pedro Messía de la Cerda. Para entonces era uno de los intelectuales más prometedores de España: se inclinaba por Copérnico y defendía a Newton, practicaba la disección y simpatizaba con Linneo.

Mutis hacía parte de una civilización que buscaba sus fuentes energéticas en el reino vegetal. La invitación del Virrey estimuló y despertó su vocación por la historia natural. El interés por la naturaleza americana lo incentivó a aprender por sus propios medios los métodos de la botánica. Buscando ubicarse a la cabeza de las ciencias en España, le propuso al Rey la creación en Madrid de un gabinete de historia natural con jardín botánico anexo.

América era una oportunidad para formar las colecciones botánicas, mineralógicas y zoológicas del proyectado centro destinado a la investigación –siguiendo a Linneo, Padre de la Botánica Moderna– y a la exhibición pública. Las materias primas del Nuevo Mundo debían abastecer la industria metropolitana. Así se definió el primer intento de reforma de la historia natural española durante la época de la Ilustración.

Los desastres de la Guerra de los Siete Años (1757-1763) contribuyeron a frustrar los proyectos de Mutis. Poco a poco, tras múltiples dudas y búsquedas, el gaditano terminó descubriendo en América una tierra propicia para las ciencias y las artes. Los planes concebidos originalmente para la metrópoli terminaron por adaptarse al Nuevo Reino de Granada, donde Mutis inventó una tradición científica. Su «Flora de Bogotá» fue uno de los proyectos botánicos más ambiciosos del siglo XVIII.

La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1816) ilustra un caso eminente de descentralización en el seno del imperio español. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, Mutis mantuvo con vigor la autonomía científica de Santafé, y practicó la ciencia con el espíritu internacionalista que animó su relación epistolar e intercambios con Linneo. A principios del siglo XIX, su Expedición concentraba secciones de Botánica, Zoología, Mineralogía, Geografía y Astronomía, que funcionaban con el concurso de Sinforoso Mutis, Jorge Tadeo Lozano, Enrique Umaña y Francisco José de Caldas, quienes en su gran mayoría, tenían una formación europea y habían luchado por la Independencia americana.

Durante sus primeros años en América, el lugar de Mutis fue la Corte de Santafé, prolongación de la madrileña, donde brilló al lado de los intelectuales criollos Miguel de Santisteban y Francisco Antonio Moreno y Escandón. Cuando surgieron los círculos ilustrados locales se acercó a ellos y fue reconocido como el Filósofo Americano. Apoyó la participación de los criollos en política, así como los proyectos de introducir las ciencias en la universidad santafereña. Se solidarizó con los acusados de 1794 por infidencia con el Rey.

Su absolutismo moderado le valió críticas por parte de fanáticos del origen divino de la autoridad del Rey, que llegaron a impugnar la existencia de su expedición. Su papel en el Estado se inspiraba en el amor a la humanidad que animaba su profesión de médico y su vocación de sacerdote. En relación con las quinas, sistematizó el saber y las prácticas de cosecheros y curanderos populares, con frecuencia mestizos y mulatos.

Sentó las bases de una historia natural, civil y geográfica del Nuevo Reino de Granada, que adelantó desde 1760 hasta el día de su muerte, el 11 de septiembre de 1808. Sus colecciones eran de interés público, indispensables en un estado moderno. Amó los libros, en particular los diccionarios y las gramáticas indígenas, la ilustración científica y los herbarios. Murió con la convicción de haber contribuido a una ciudadela de las ciencias en Santafé, provista de jardín botánico, gabinete de historia natural y observatorio astronómico, laboratorio de química y biblioteca pública. Por gusto propio, todo lo suyo se debía al Rey, incluida una parte sustancial de su fortuna personal. Sus valores supremos fueron Dios, el Rey y el amor al Nuevo Reino de Granada. Su vida se resume en un apostolado de lo público.

Tras la muerte de Mutis, la Expedición Botánica sobrevivió con muchas dificultades. Con la Reconquista, al llegar triunfante a Bogotá en mayo de 1816, «el Pacificador» Pablo Morillo la clausuró. El 2 de junio de 1816, ordenó enviar a Madrid el herbario, la iconografía y el archivo de José Celestino Mutis y de la Expedición Botánica: 105 cajones: 60 de herbario (20.000 ejemplares aproximadamente), 12 de dibujos, 1 de manuscritos y el resto de semillas, muestras de maderas, minerales y dibujos de animales.

En 1817, al llegar a Madrid las cajas se abrieron en presencia del rey Fernando VII. Los materiales de interés geológico y zoológico se trasladaron al Real Gabinete de Historia Natural;  el herbario, los manuscritos y las ilustraciones fueron depositados en el Real Jardín Botánico, donde hoy se conservan junto con los de las expediciones científicas españolas de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX.

En 1952, los gobiernos de España y Colombia suscribieron un acuerdo que puso en manos de los Institutos de Cultura Hispánica de ambos países la ejecución del plan editorial de la Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. A partir de 1982, la responsabilidad recayó en el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia y en el Real Jardín Botánico de Madrid. Con la colaboración de botánicos españoles y colombianos se han publicado 36 volúmenes de los 55 previstos.