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Sala 3 Pintura alemana, inglesa y española
Alemania Maestro de la vida de María [activo 1460 – 1490] El juicio final
Lucas Cranach El Viejo [1472 – 1553] Judith Jakob Strüb [activo en el siglo XVI] San Acacio y los diez mil mártires Jeremias van Winghe [1578 – 1645] Sirvienta en una cocina
Anton Graff [1736 – 1813] Retrato de un caballero
En el siglo XV, dos grandes eventos externos hicieron que los artistas
alemanes buscaran un nuevo estilo: el uso del óleo en Flandes y el comienzo del Renacimiento en Italia.
En el siglo XVI, el arte alemán encarnó la síntesis entre la tradición alemana y las innovaciones italianas.
Además, curiosamente, los artistas mezclaron una sensualidad pagana con un profundo fervor religioso. En el siglo XVII, la contribución alemana al Barroco se evidenció en el campo de la arquitectura, mientras la
pintura mostró una inclinación por las escenas de género, naturalezas muertas y alegorías como las vanitas. En el siglo XVIII, la pintura alemana tuvo dos influencias: la francesa y el gusto y redescubrimiento
de la antigüedad, lo cual llevó, algunos años después, a la aparición del Romanticismo.
Inglaterra John Michael Wright [1617 – 1694]
Retrato de sir Hugh Wyndham Sir Joshua Reynolds [1723 – 1792] Retrato de Rebecca Watson Thomas Gainsborough [1727 – 1788] Retrato de la señora Gainsborough
La pintura inglesa, comparada a la de Francia o Italia, recibió poco apoyo del mecenazgo individual o institucional. Fue sólo hasta el siglo XVIII que se fundaron las primeras academias. En
este país se desarrolló lo que se llamó el gran estilo, una pintura dedicada al retrato, de acuerdo con los cánones clásicos de la escultura antigua. La innovación más destacada fue el haber utilizado como modelos a
personas de distintas clases sociales.
España El Greco [1541 – 1614] Santo Domingo en oración
José de Ribera [1591 – 1652] San Jerónimo
En España durante el Renacimiento no se presentó ningún pintor destacado. Sólo hasta la
segunda mitad del siglo XVI, aparecieron genios como El Greco y Ribera.
El primero había viajado a Venecia, y allí asimiló, de una manera muy personal, las enseñanzas de Tiziano y Tintoretto. Rápidamente
encontró un estilo propio, bastante alejado de la tradición pictórica del Renacimiento; él confirmó su tendencia hacia una representación visionaria, afectada por la religión, en la que se magnificaba el color y los contrastes
luminosos, así como un sentido profundo del drama. Ribera también vivió en Italia en el transcurso de sus años de formación; estaba muy al tanto del estilo de Caravaggio, cuya luminosidad y naturalismo fueron llevados al exceso.
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