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Sala 2 Pintura flamenca y holandesa Colyn de Coter [activo 1480 – 1525] Santa Verónica Jan Mandyn [1502 – 1560]
La tentación de San Antonio Frans Pourbus le Jeune [1569 – 1622] Retrato de Guillaume Duvair Hendrick Ter Brugghen [Ca. 1588 – 1629] Jugadores de backgammon Jan van Goyen [1596 – 1656]
Tempestad Salomon van Ruisdael [Ca. 1600 – 1670] Paisaje de río Judith Leyster [1609 – 1660] Niña con sombrero de paja Frans Post [1612 – 1680] La iglesia episcopal de Olinda
Gerard Dou [1613 – 1675] La cocinera Emmanuel de Witte [Ca. 1617 – 1692] Interior de la vieja iglesia de Amsterdam Gerard Ter Borch [1617 – 1681] Retrato de un caballero
Willem van Aelst [Ca. 1626 –1683] Naturaleza muerta con cabeza de arenque Jan Siberechts [1627 – 1703] Gabinete del aficionado
Mientras que Italia conoció desde el siglo XV una verdadera renovación artística, el arte de los países del norte reveló una evolución más lenta que dio lugar a descubrimientos fundamentales.
El verdadero fundador de la pintura flamenca es el pintor Jan Van Eyck. El aporte fundamental de Van Eyck es que si bien no descubrió la pintura al óleo, supo sacar provecho de esta nueva técnica para perfeccionar los efectos de
luminosidad y de transparencia, hasta entonces desconocidos. Estas características de estilo pusieron de relieve la diferencia con Italia: los artistas flamencos intentaron dar la profundidad del espacio por medio del color, en
tanto que los italianos utilizaron para ello los principios matemáticos de la perspectiva, según los cuales todas las líneas convergen en un único punto de fuga.
La obra de Hyeronimus Bosch (El Bosco) tuvo un impacto
excepcional en el arte de su tiempo, por su sentido del misterio, así como por la riqueza de su inventiva iconografía. En el siglo XVI, la pintura flamenca mostró de manera más evidente la influencia italiana.
En el siglo
XVII los temas profanos -paisajes, escenas de género o de historia, retratos y naturalezas muertas- sustituyeron a la iconografía religiosa debido a la reforma protestante. Hacia el siglo XVIII la pintura flamenca experimentó un
declive y difícilmente pudo rivalizar con el gusto francés que dominó, por ese entonces, a toda Europa. |