Encabezado. Mutis al natural

Las imágenes botánicas: piezas de estudio



Pasiflora laurifolia 
Anónimo
1783  - 1816
Temple sobre papel
54,5 x 38 cm
Archivo Real Jardín Botánico de Madrid (ARJBM)
La Iconografía mutisiana se compone de 5.393 láminas botánicas y 1.001 tirillas auxiliares con despieces florales, de frutos y semillas, que representan unas 2.696 especies y 26 variedades, cifras que equivalen al 5,4% de la flora colombiana, calculada en 40.000 especies. La colección describe intensivamente plantas del sector central del territorio colombiano que se desarrolla desde la altiplanicie del Tolima, asciende hacia el occidente del departamento de Cundinamarca, para verticalizar desde allí el ascenso hasta la falla Arcabuco-San Miguel; aparece entonces la Sabana de Bogotá, en cuyos confines va ascendiendo hacia las cuestas de la cordillera Oriental de los Andes colombianos.

Mutis eligió para su obra el tamaño folio mayor o «atlántico» (37,5 x 54 cm.), usual en las ediciones de lujo de la época; en la colección también existe un número reducido de láminas más pequeñas (42 x 28 cm) y más grandes (48 x 69 cm). Se utilizó papel fabricado a mano, prensado al calor y dotado de una filigrana de rayas o puntizones muy menudos y otros más separados que lo cortan perpendicularmente, y que facilitaron la planificación de las composiciones. No existe una colección comparable en número, precisión y belleza. Mutis hizo de Santafé la capital mundial de la ilustración botánica.

La creación de la Expedición Botánica elevó las aspiraciones de Mutis, el naturalista particular, que encargaba sobrias láminas a la aguada. El 16 de enero de 1784, Mutis mencionó una nueva técnica que denominó «invención de los colores». A los ocho días ya hablaba de «láminas iluminadas». El término «iluminadas» aclara que ya había implementado la técnica de la miniatura. Según Antonio Palomino de Castro y Velasco (El museo pictórico y escuela óptica, obra conocida por Mutis) miniatura es «pintura que se ejecuta sobre vitela o papel terso, a manera de iluminación; pero ejecutado el claro y el oscuro, punteado y no tendido».

La obra de Mutis transformó la sociedad novogranadina: técnicamente importó la miniatura moderna, desarrolló la observación y el dibujo directos de la naturaleza, promovió la organización de artistas en una escuela estatal, permitió la apertura en el campo de las ciencias naturales y las matemáticas.
El Taller de Pintura de la Expedición Botánica contó durante su historia con una “familia” de 61 miembros, entre oficiales, alumnos y aprendices. Salvador Rizo fue la clave de la organización y la enseñanza de los pintores. Sobresalieron Pablo Antonio García del Campo, pintor de la Corte de Santafé, los hermanos Antonio, Nicolás y Francisco Javier Cortés, Antonio Barrionuevo y Camilo Quesada, provenientes de talleres cualificados de Quito, así como Francisco Javier Matís, oriundo de Guaduas. Con todos ellos, Mutis coordinó un proceso de reflexión-experimentación sobre la organización del trabajo, los criterios científicos y estéticos de la representación, el color y la composición.

Las láminas fueron pintadas a partir de modelos recién cortados y conservados artificialmente. Al final de agobiantes jornadas de exploración a pie o a lomo de mula, por caminos de difícil tránsito, los recolectores o «herbolarios» conducían a la Casa Botánica bultos cargados de ejemplares frescos procedentes con frecuencia de distintos pisos térmicos. Para el dibujo de una lámina solían utilizarse tres, cuatro o más modelos cortados en diferentes épocas del año o en distintos momentos del desarrollo de una especie. Los pintores de la expedición eran por excelencia unos pintores de gabinete.
 
Se aprovechó el saber local sobre materias vegetales y minerales americanas e importadas de Europa. De las propias plantas en estudio se extraían con frecuencia los colores. Rizo preparó una memoria titulada «Experimentos prácticos para la miniatura, nuevas composiciones de los colores para la imitación del reino vegetal inventados en la Real Expedición para su Flora» en que presentó trece fórmulas cromáticas.

Las imágenes botánicas elaboradas para la Expedición Botánica debían cumplir con las siguientes características:

La planta se representaba aislada de su contexto natural y con todas sus partes.
Se insistía en la fidelidad de la representación de la forma de las hojas, de los frutos y, sobre todo, de las flores, que eran el fundamento de la clasificación sexual propuesta por Linneo.
En las láminas eran presentadas formas “idealizadas” de las plantas. Por eso aparecen representados los estados de floración y fructificación, lo que en términos reales es imposible porque corresponden a distintos momentos en el tiempo.

El proceso de elaboración de cada lámina seguía los siguientes pasos: primero se realizaba el dibujo a lápiz, luego se hacía el delineado a tinta y finalmente se aplicaban los colores.

Algunas de las láminas fueron firmadas y rubricadas por sus autores, marcando con frecuencia la frase Americanarum Pinxit (“Pintor americano”), que destaca no solo la autoría individual sino el talento americano.