Francisco Antonio Cano

(Yarumal, 1865 - Bogotá, 1935)

(A partir de los textos de Santiago Londoño, curador de la muestra)

Francisco Antonio Cano nació en Yarumal (Antioquia), en 1865. Allí aprendió de su padre, el hábil artesano José María Cano, distintos trabajos manuales. En 1883 se vinculó a un grupo de jóvenes que buscaba promover la cultura en Yarumal y publicó un periódico manuscrito, en tres ejemplares, para el cual Cano contribuyó con dibujos y viñetas que hoy se cuentan entre sus obras más tempranas.

Durante los años siguientes, ya radicado en Medellín, Cano subsistió como retratista, dictó clases de pintura y dibujo y desarrolló intereses como fotógrafo, grabador, ilustrador y editor. En 1892 promovió la celebración de la primera exposición de arte que se llevó a cabo en la ciudad de Medellín. Participó en la creación de las dos primeras revistas ilustradas que tuvo Antioquia: El Repertorio (1896-1897) y El Montañés (1897-1899), para las cuales produjo grabados en diferentes técnicas, así como artículos y comentarios sobre arte.

En 1898, gracias a una beca del Congreso de la República, viajó a estudiar a París, en las academias Julian y Colarossi. En Europa tuvo contacto con las vanguardias de principios del siglo XX, pero como lo expresa en algunas de sus cartas, éstas no le llamaron la atención.

De regreso a Medellín, a comienzos de 1901, Cano tenía la esperanza de ejercer su profesión de pintor y transmitir sus conocimientos. Luego de muchos esfuerzos, consiguió que se creara en 1910 el Instituto de Bellas Artes, donde además de enseñar pintura, dibujo y escultura, formó a toda una generación de artistas antioqueños que prolongaron sus enseñanzas.

En 1912 se trasladó a Bogotá para asumir la dirección de la Litografía Nacional, entidad desde la que consiguió insertarse paulatinamente en los medios artístico y académico bogotanos.

Al tiempo que consolidó su prestigio como académico y creador, los nuevos artistas y escritores colombianos, de quienes Cano recibió fuertes críticas, empezaron a interesarse por un arte nacionalista y de corte antiacadémico.
En 1923 lo nombraron rector de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, cargo que desempeñó hasta 1927, cuando renunció, agobiado por los conflictos internos. En 1930 lo eligieron miembro de la Academia Colombiana de Bellas Artes, que buscaba promover y proteger el patrimonio artístico de Colombia.

Durante sus últimos años, produjo varias esculturas y pinturas conmemorativas de personajes nacionales y regionales; además de los encargos continuó elaborando una interpretación más íntima del paisaje, en la que aprovechó las lecciones de libertad en el color, la composición y la pincelada del impresionismo, alejándose de las convenciones académicas que siempre defendió.
Así mismo, Cano experimentó las fricciones ocasionadas por el ascenso del arte nacionalista, al tiempo que como dibujante, pintor y escultor infundió en sus alumnos valores académicos y atendió múltiples encargos que alimentaron el imaginario patriótico e institucional.

En su testamento señaló que moría fuera de toda religión y dispuso que lo enterraran bajo tierra, sin ninguna identificación. Pobre, marginado como académico y casi olvidado, Francisco Antonio Cano falleció en Bogotá a los 69 años, el 10 de mayo de 1935.