Botero en el Museo Nacional de Colombia. Donación 2004

10 hitos de la obra de Botero en las colecciones del Museo Nacional
(Apartes del texto del catálogo de Beatriz González)

1. En busca de identidad
Su etapa inicial evidencia una marcada influencia de Gaugin y Picasso y la crítica del momento se refería de manera entusiasta a su cromatismo: "Fernando Botero sigue ascendiendo en su propósito de un dominio completo del color. Sus cuadros han ido recorriendo un camino donde la aspiración creemos que consiste para el pintor en lograr un idioma colorístico plenamente plástico y que sea capaz de contener un especial realismo poético, de expresión muy suelta, muy meramente indicativa y sin imposiciones y, además, donde su central preocupación quede ubicada en un virtuosismo de inusitadas gamas colorísticas"
(1).

2. La religión
La religión, los militares y el Estado son tres baluartes bajo los cuales transcurre la vida nacional; Botero hace de ellos su tema para ejercitar su humor pictórico.

Las raíces del tema religioso, uno de los más frecuentes en su obra se encuentra en Colombia, en general, y Antioquia en particular. Los obispos aparecen en todas las épocas de su pintura.

3. La reinterpretación de la historia del arte
La reinterpretación de obras de Leonardo, Piero della Francesca, Mantegna, Velázquez, Rubens y Cézanne, en particular, ha sido una constante en la obra del artista, quien ha declarado que hace estas obras "sólo para aprender de la pintura universal".  Una y otra vez regresa Botero a las obras maestras del arte europeo, no con el ánimo de copiar a los grandes pintores, sino de rendir un homenaje a quienes lo impulsaron a trabajar. Sin embargo, siempre ha tenido un ojo puesto en el Renacimiento y otro en el arte moderno.

Se sirve de varios tipos de pincelada, unos libres y otros cortos y una gama de color variada que en algunos aspectos obedece al volumen y en otros se independiza de él.

4. El dominio del oficio
Uno de los aportes más reconocidos en la obra de Botero ha sido el color; desde los inicios lo trató con gran libertad. Esta libertad es producto de su seguridad en el oficio. Los objetos y figuras que en la vida real pesan, consigue él, por el dominio del oficio, que vuelen y que todo lo liviano, pese. Figuras de gran volumen vuelan por sus cuadros.

5. El dibujo
Botero ha sido esencialmente, desde sus inicios, un dibujante. El dominio del lápiz, el carboncillo, la tinta, el pastel y la acuarela le permiten variar las formas, las superficies y obligar a los volúmenes a tomarse la superficie del cuadro. En este sentido actúa como un artista académico que gracias al conocimiento del oficio impone sus formas.

6. Lo rotundo
Según Botero, la deformación basada en lo rotundo proviene del deseo de crear más sensualidad, de obtener una mayor voluptuosidad en la forma para que llegue al espectador y sienta placer al tocarlo con los ojos. Botero establece el origen del placer cuando se mira un cuadro: "Para mí reside en la exaltación de la vida que se produce por la sensualidad de las formas"
(2).

7. Lo local
A pesar de haber abandonado su tierra natal a los 18 años, y de vivir fuera de su patria desde 1960, Botero ha seguido alimentando su cuota provinciana y continúa trayendo sus recuerdos a los temas de sus obras.

8. El humor
La exageración de ciertos elementos le sirve para crear una iconografía particular. Annik Sajurjo afirma: "Su pintura no es caricatura, no es ironía pura, ni sarcasmo hiriente. Es realidad pura disuelta en el prisma mágico de la recolección del adulto que fue niño, adolescente y joven en un pequeño valle de una extensa región de América Latina" (3).  Este es un humor fino que produce goce estético. 

9. Las tres dimensiones
Con La naranja, inmensa, que recubre y estira los límites del lienzo y que se ha convertido en un icono del Museo Nacional, se presentan los antecedentes de Botero escultor.  Cronológicamente coincide con la afirmación de su vocación en 1970 hacia la escultura.  Al colocar esta obra al fondo de la sala del Museo Nacional se quiere evocar su llegada al volumen real. 

En las naturalezas muertas el pintor busca los esencial y ello lo lleva a la simplicidad del bronce o del mármol.

10. La violencia
El tema de la violencia en su obra tiene algunos antecedentes. En la década de 1960 realiza un mural para el Banco Central Hipotecario, Masacre de los inocentes y El secuestro, en donde hay una alusión a la violencia de mediados de siglo XX. En 1973, a la manera de una naturaleza muerta, pinta Guerra, en la que amontona militares, sacerdotes, mujeres, niños como si se tratara de un campo de batalla. También mostró un interés por extraer historias de los periódicos, como es el caso de los cuadros Doctor Mata, Teresita la descuartizada -hechos comentados ampliamente por entregas en la página roja de El Tiempo-, y El asesinato de Rosa Calderón (1970).

Un par de décadas más tarde, dedica parte de su producción a la violencia más reciente. A partir de 1999 el artista tiene la voluntad de recrear en pinturas la dramática situación del país. Realiza cuadros como vestigios de un momento histórico, en los que recoge el "folclor oscuro" por medio de la representación de la muerte de Pablo Escobar o del retrato de Manuel Marulanda Vélez "Tirofijo". Con estos cuadros Botero tiene la voluntad de recrear en pinturas la dramática situación del país. 

Estos temas tan recientes, sin perspectiva histórica y con tantas heridas aún abiertas, han suscitado diversas reacciones. Es necesario entender que la violencia forma también parte de la historia del arte; el mismo artista lo anota: "yo estaba en contra de ese arte que se convierte en testigo de su tiempo como arma de combate. Pero en vista de la magnitud del drama que vive Colombia, llegó el momento en el que sentí la obligación moral de dejar un testimonio sobre un momento tan irracional de nuestra historia" (4).

Es así como, interpretando la voluntad del artista y a manera de testimonio de los presentes acontecimientos nacionales, el Museo Nacional de Colombia exhibirá de manera permanente estas 50 obras sobre la violencia cuando pueda contar con unas salas de historia en las cuales se narren los hechos actuales.
 


Botero en el Museo Nacional de Colombia. Donación 2004
"Pinté a Colombia toda mi vida, los aspectos amables que conocí en la infancia y adolescencia. No siento directamente la violencia, pues vivo fuera hace mucho tiempo, pero los conozco a través de la prensa. La violencia comenzó a estar en mi cabeza y sentí un día que tenía que pintar, hacer una declaración del horror que sentía ante ese panorama del país".

A pesar de que Botero nunca pintó inspirado de manera directa en hechos históricos o en eventos de la realidad inmediata, con el transcurso del tiempo la situación de violencia experimentada en Colombia empezó a verse reflejada en su obra, ante el deseo de producir un testimonio artístico del momento, primero de manera alusiva y posteriormente mediante referencias concretas.
 

Madre e hijo
2000
Óleo sobre tela
31 x 39 cm

Según declaró el artista: "me tocó 'traicionar' mis creencias en vista del drama colombiano, que es de tal magnitud que me resultó imposible cerrar los ojos, por lo que hice una serie de 25 obras sobre la violencia; pero sigo pensando, como Matisse, que el arte es una gran silla donde el hombre se sienta para experimentar un momento de placer".

Desplazado
2002
Óleo sobre tela
61 x 44 cm

La muerte en la catedral
2002
Óleo sobre tela
196 x 131 cm

La obras donadas al Museo Nacional fueron expuestas en México, Estocolmo (Suecia), Copenhague (Dinamarca), La Haya (Holanda), Maillol (Francia) y París, entre los años 2001 y 2003. En ellas no se encuentra una crónica periodística o una reflexión política, sino el deseo de registrar mediante la pintura, situaciones o personajes de la historia colombiana reciente.

Ante la magnitud de la tragedia el pintor sintió "la obligación moral de dejar un testimonio sobre un momento irracional de nuestra historia". De esta manera, replanteó su posición contraria al arte que busca reflejar la realidad y su idea de que la gran pintura sólo debía ofrecer una actitud positiva ante la vida. 

Masacre en Colombia
2000
Óleo sobre tela
129 x 192 cm

Mujer llorando
2002
Lápiz
39 x 30 cm

Masacre
2000
Óleo sobre tela
40 x 32 cm

Acerca del proceso de creación de esta serie que rechaza la violencia y en la que se encuentra de nuevo la representación de gestos y movimientos mediante pinceladas más libres, que se acercan a la técnica de la pintura directa, Botero observó: "debo decir que el sentimiento que experimenté al pintar estos cuadros no es el mismo placer que siento pintando normalmente el mundo que yo pinto. Es otra sensación. El mismo hecho de proponerme, como artista, encontrar una imagen simbólica que refleje el gran drama de Colombia, significa un estado mental que no es grato sino doloroso. La reconstrucción artística del conflicto, que finalmente se reduce a unas cuantas imágenes o símbolos, es una necesidad que uno siente de no vivir de espaldas a esta situación. Mi país tiene dos caras. Colombia es ese mundo amable que yo pinto siempre, pero también tiene esa cara terrible de la violencia. Entonces en cierto momento tengo que mostrar la otra cara de Colombia".

Testimonio de la barbarie
Apartes del catálogo de la exposición de Santiago Londoño
 

1. Airó, Clemente. "En el Museo Nacional. El X Salón de Artistas Colombianos", en El Tiempo, 26 de septiembre de 1957.

2. Casciero de Sanjurjo, Annick . "Botero.  La magia de la realidad", en El Tiempo, Bogotá, 9 de diciembre de 1979.

3. Casciero de Sanjurjo, Annick. Op. cit.

4. Botero, Fernando. "Con dolor de patria", en Revista Diners, marzo del 2001, pág. 24.

5. "Museo Nacional de Colombia"; Villegas Editores, ed. Botero. "Donaciones al Museo Nacional de Colombia" Textos preparados por Beatriz González y Santiago Londoño. Bogotá: Villegas Editores, 2004.
 

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