Carlos Rojas. Dimensiones variables.
Texto curaduría de la exposición

De entrar, mirar y digerir esa realidad, salen mis obras.
Carlos Rojas

La diversidad de propuestas plásticas del trabajo de Carlos Rojas impide enmarcarlo en una noción de estilo única o taxonomizar tajantemente su obra en forma de series. A pesar de las categorizaciones cronológicas comunes adjudicadas al proceso creativo del artista, que asocian su trabajo con la conformación de series limitadas a décadas específicas, puede considerarse que aunque sus obras, que integran diversas técnicas y referencias, aparecen en momentos concretos, el desenvolvimiento de éstas ocurre simultáneamente con el inicio de otros planteamientos. Esta consideración posibilita interpretar su obra como un proyecto continuo que se funda en una actitud particular ante la realidad.

Indagar sobre la manera como el artista afrontaba su entorno lleva a plantear un panorama de relaciones que sospecha una posición frente a los procesos de creación artística. En las obras escogidas para la exposición convergen la acción de Rojas como recolector y el entorno que lo circunda, en la medida en que su criterio participa activamente en el proceso de selección de los fragmentos de lugar, los cuales son objeto de su recolección.

Carlos Rojas
Sin título.  De la serie Mutantes
Sin fecha
Ensamblaje (madera)
Colección particular

Como recolector, Carlos Rojas fijaba su mirada tanto en objetos materiales físicos como en impresiones visuales de los lugares que frecuentaba. Esos objetos materiales –obtenidos por su interés en los objetos de diseño, obras de arte, piezas artesanales o elementos naturales–, conformaron la ecléctica colección que custodió cuidadosamente a lo largo de su vida. Igualmente, escombros y pedazos de material desechado le sirvieron para configurar la suerte de algunos de sus trabajos. Sobre los objetos, él mismo afirmó que debía “mirarlos, gustarlos, estudiarlos y analizarlos para poder concluir algo”.[1] En la muestra, las obras se presentan acompañadas de elementos de su posesión como guías de lectura para captar ciertas conclusiones del artista durante el desarrollo de procesos pictóricos particulares.

Carlos Rojas nació en el campo y vivió su infancia y adolescencia allí. Conoció Roma, París, Nueva York, Washington, Ciudad de México, y otras ciudades en Canadá, Bélgica, Holanda, Suiza y Alemania. Pero fue principalmente un habitante de Bogotá, donde residió la mayor parte de su vida. Vivió en un apartamento en el barrio Las Aguas, en una casa esquinera típicamente modernista en Galerías y en una casa de estilo inglés en Chapinero. En su hogar transcurría parte importante de su cotidianidad: leía sobre ciencias exactas; escuchaba algo de su inmensa colección de música que incluía a los clásicos, música concreta, colombiana, boleros, tangos o rancheras; atendía su jardín de bonsáis y estudiaba la conformación geométrica de plantas y árboles; preparaba los cursos sobre diseño y arte que dictaba en la Universidad Nacional, la Universidad Jorge Tadeo Lozano y la Universidad de los Andes; y custodiaba vidrios, platería, porcelanas, tallas, tapetes, muebles, semillas, piezas precolombinas y coloniales, máscaras africanas, obras gráficas de artistas internacionales, retratos y paisajes de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX y obras de arte de sus contemporáneos. De igual manera, en su domicilio instaló el taller de pintura y escultura, donde se encerraba a trabajar desde temprano en la mañana hasta comenzar el ocaso. Pero en su rutina también era habitual caminar por las calles de la ciudad y visitar anticuarios, algún mercado de las pulgas o exposiciones de sus amigos y allegados, y ocasionalmente, almorzar con alguno de ellos en un lugar de comida típica colombiana. Ya fuera por su compromiso con el trabajo de los artesanos del país como asesor de diseño en Artesanías de Colombia o por placer personal, nunca se desligó del ámbito rural. Solía huir de la ciudad para visitar a sus padres en Albán (Cundinamarca) o pasar unos días en sus fincas de Silvania y El Boquerón, donde reunía diferentes especies de pájaros, orquídeas, bonsáis, plantas nativas y piedras.

Esas condiciones conforman el marco general de los entornos que desplegaron en Rojas una insaciable curiosidad y que lo llevaron a seleccionar los objetos que lo rodeaban de acuerdo a valores, formales y culturales, contenidos en ellos. Esta actitud permitió que su labor como artista se nutriera de diversos elementos –tanto formales como culturales– provenientes de dichos objetos. En la exposición Carlos Rojas: una visita a sus mundos, se presenta una muestra a partir de la configuración de cinco grupos de obras y objetos donde se evidencia el criterio de Rojas para elegir los fragmentos que recogía de su entorno. Y al mismo tiempo, señala aquello que de aquel entorno sigue existiendo latentemente en las piezas expuestas, con la esperanza de indicar el potencial simbólico sugerido en su materialidad. El propósito es que el conjunto de obras exhibidas dé cuenta de los procesos de conformación de imágenes a partir de la relación del artista con las fuentes visuales, materiales o simbólicas recogidas en los lugares que visitaba y pretendía conocer.

Sobre el vínculo entre los dispositivos de creación en las artes plásticas con la experiencia del artista ante el entorno, Carlos Rojas manifestó: “Tanto en el arte figurativo como en el no figurativo, existen siempre los elementos de expresión propios para definir nuestra posición ante una realidad. Las experiencias plásticas ante un medio no son una teoría, son simplemente vivencias y en ellas encontramos las bases de nuestra propia expresión y su relación ante el medio en que nos movemos”.[2] Respecto a su obra como resultante de la consolidación de elementos expresivos que parten de la actitud del artista ante su medio circundante, Rojas expresó: “Nunca he creado nada. He concretado cosas a través de un proceso de investigación. Al interior de lo que estudio, analizo y comparo, salen unos denominadores comunes que al ser aglomerados dan un resultado y esa es la obra. Para que fuera creación tendría que salir de la nada y lo mío es producto de una serie de cosas cuyo resumen se llama cuadro…”.[3]

Los procesos creativos de Carlos Rojas, plenamente ligados a la semántica pictórica o escultórica, conformaron un proyecto artístico abstracto limitado por ciertas pautas estipuladas por el mismo artista y a partir de las cuales se crearon sus imágenes. En primer lugar, debe considerarse su posición en torno a la abstracción como una forma expresiva ligada a las propiedades naturales de los elementos desde donde parte. “Si yo digo árbol podría ser una colombina, porque tiene un tronco y una copa. Pero la diferencia entre los dos estaría en los elementos materiales de color y textura que harían que esa misma expresión de palito con bolita deje de ser colombina para ser árbol. Para mí, la abstracción es la simplificación de elementos desde un complejo naturalista total”.[4]

Teniendo en cuenta estos aspectos generales en la obra artística de Carlos Rojas se plantearán, a través de los cinco grupos propuestos en la exposición, las relaciones que se quieren determinar entre los procesos pictóricos afianzados por el artista con relación a ciertas particularidades visuales o simbólicas de objetos o imágenes recogidas en espacios físicos concretos. Esto ofrece una lectura de la obra artística de Rojas dentro de la muestra, la cual procurará considerar sus palabras y declaraciones con el fin de exponer ciertas maneras y actitudes personales de asimilación de procesos involucrados en la elaboración de sus obras. Por otra parte, el orden de presentación de las escenas no pretende corresponder a un orden cronológico, sino más bien, intenta proponer una forma de lectura ligada a una imagen del artista como paseante en espacios físicos.


[1] Carlos Rojas en: María Cristina Laverde Toscano, “El espacio en movimiento”, Hojas Universitarias. Bogotá, julio de 1987.
[2]  Carlos Rojas. “Preámbulo parta una nueva posición”. Catálogo de la exposición II Bienal de Coltejer. Medellín, 1971.
[3]  Laverde. Op. cit. p. 239.
[4]  Carlos Rojas, “Árbol, palito con bolita”, La Prensa. Barranquilla, enero 7 de 1989.

Carlos Rojas
Facatativá, 18.4.1933 – Bogotá, 2.5.1997

Fue un artista que combinó sus estudios de arquitectura en la Universidad Javeriana con cursos de pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional.  Rojas comenzó a exponer su obra artística a finales de la década de 1950 y fue becado por el gobierno nacional para especializarse en Diseño Aplicado en la Escuela de Bellas Artes de Roma.

A su regreso al país en 1960, trabajó constantemente en su obra y se mantuvo activo hasta el momento de su muerte. Su producción artística buscó adaptar desde una perspectiva local, los códigos de diversas vanguardias europeas y norteamericanas del siglo XX. 

El artista se desempeñó como asesor de diseño de Artesanías de Colombia; profesor de artes plásticas, diseño gráfico e industrial en diversas universidades bogotanas; coordinador de exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y de algunas versiones del Salón Nacional y la Bienal de Coltejer;  fundador de la Asociación Colombiana de Bonsáis; y propietario de una prominente colección de arte y objetos.

Carlos Rojas se posicionó como uno de los más destacados artistas en Colombia, especialmente por sus trabajos abstractos en pintura y escultura.