Las palabras siempre se quedarán cortas para homenajear dos siglos de actividades, gestiones y legados en una institución como el Museo Nacional de Colombia, cuyo trabajo ha sido constante e incansable durante 202 años. Son innumerables los esfuerzos y acciones, individuales y conjuntas, que han marcado esta historia, que también es la historia de todes quienes han sido parte de una de las instituciones culturales más antiguas del país. Cada uno de sus pasos, grandes o pequeños, han marcado la pauta que nos han traído hasta aquí, dos siglos después, y nombrarlos todos es materialmente imposible.
Sin embargo, en ese largo trasegar bicentenario, cabe recordar hitos determinantes que representan esa labor colectiva, como la llegada del aerolito fundacional, que hoy todavía suscita la fascinación del público y los medios dentro y fuera de Colombia; el traslado de las colecciones a la actual sede del panóptico en 1948 que lideró Teresa Cuervo; o el proyecto de renovación que comenzó en 2011 y que ha permitido la creación de salas como Memoria y Nación o la recién inaugurada Fuerza, Fe y Sustancia, que hablan de un relato de país diverso y pluricultural.
En esa línea, hoy es imperante continuar con una gestión que haga justicia al enorme legado cultural que representa el Museo como institución y la nación a la que representa. De ahí que los objetivos que perseguirá en los próximos años, y que son nuestro centro de reflexión en nuestro aniversario 202, sean tan retadores como estimulantes. Hoy, se vislumbra en nuestro panorama la consolidación del Museo Nacional de Colombia como una amplia red cultural más allá de los muros del panóptico en Bogotá, cuya misión implica atravesar todo el país para contar y visibilizar su diversidad poblacional.
Ese cubrimiento nacional, abarca 14 espacios (9 en las regiones y 5 en Bogotá) que es necesario mencionar para entender las dimensiones de esta ambiciosa cruzada museológica y cultural: el Museo Juan del Corral, en Santa Fe de Antioquia, Antioquia; la Casa Museo Alfonso López Pumarejo, en Honda, Tolima; la Casa Museo Antonio Nariño y Álvarez, en Villa de Leyva, Boyacá; la Casa Museo Guillermo León Valencia y el Museo Nacional Guillermo Valencia, en Popayán; la Casa Museo Rafael Núñez, en Cartagena; el Museo Casa Natal del General Santander, en Villa del Rosario, Norte de Santander; el Museo de Ocaña (Antón García de Bonilla) y el Museo de la Gran Convención, en Ocaña, Norte de Santander; y el Museo de la Independencia Casa del Florero, el Museo Santa Clara, la Casa Museo Quinta de Bolívar, el Museo Colonial y Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, en Bogotá.
A esto se suma un proyecto museográfico en construcción que constituye un avance en materia de diversidad dentro del relato de nación de Colombia: el Museo Afro que abrirá sus puertas en Cali. Se trata de una apuesta poderosa que contribuye a la justicia etnico-racial y la reparación histórica que, desde ya, plantea una acción inédita en la historia de los museos colombianos: la de creación curatorial colaborativa con las comunidades.
Por todo lo anterior, hoy afirmamos sin miramientos que el pasado, el presente y el futuro del Museo Nacional de Colombia solo son, han sido y serán posibles gracias al trabajo insistente de su gente, que no son solo aquellos que han pasado por sus instancias, también son quienes están representados en sus relatos. Es decir, todos los colombianos. Todos son bienvenidos a esta celebración. Bienvenidos a la casa que hemos construido juntos.
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