Esta exposición, que abre sus puertas el jueves 20 de noviembre, invita a reconocer el poder de las comunidades en los procesos de resignificación del pasado. Además, expone la importancia de la vinculación de diferentes actores en la protección y divulgación de los patrimonios de todos.
A veces, los grandes hallazgos no ocurren en laboratorios ni en excavaciones planificadas, sino en medio de la cotidianidad. Así comenzó Tununguá: una historia tallada en piedra, la nueva exposición del Museo Nacional de Colombia que abrirá sus puertas el 20 de noviembre y que exhibirá una serie de figuras antropomorfas talladas en piedra. Este es un relato que nació en el campo boyacense, en manos de una familia campesina y que hoy invita a mirar hacia atrás para entender quiénes somos y cómo los vestigios del pasado pueden convertirse en semillas de identidad colectiva.
Todo empezó en el 2015, mientras la familia Pachón Monsalve realizaba labores agropecuarias en el municipio de Tununguá, Boyacá, y la tierra les reveló un secreto guardado por siglos: unas figuras talladas en piedra, fragmentos cerámicos y artefactos líticos. Sin saberlo, habían encontrado una ofrenda prehispánica elaborada con intenciones espirituales. Aquellos objetos-seres, como los llaman los investigadores, fueron esculpidos en una piedra blanda y dispuestos en el terreno como una muestra de veneración hacia fuerzas sagradas o agradecimiento por los dones de la naturaleza.
La familia, sorprendida por el hallazgo, decidió buscar asesoría del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Ese gesto marcó el inicio de un proceso de investigación, conservación y gestión social del patrimonio que, una década después, da vida a esta exposición en el Gabinete de Conexiones del Museo Nacional de Colombia.
De acuerdo con Natalia Sofía Angarita, curadora de Arqueología del Museo Nacional de Colombia, la exposición propone un recorrido a través de tres ejes temáticos que permiten comprender la relevancia del hallazgo y su impacto tanto científico como comunitario.
El primer eje aborda las transformaciones del territorio de Tununguá desde tiempos prehispánicos hasta la actualidad y, además, permite reflexionar sobre las dinámicas culturales, ambientales y sociales que han configurado su identidad a lo largo del tiempo.
El segundo eje se centra en el hallazgo arqueológico en sí mismo: las circunstancias del descubrimiento, las metodologías aplicadas por el equipo de arqueología para su estudio y la descripción del conjunto material recuperado, cuyas características permiten explorar aspectos de la vida cotidiana y simbólica de las comunidades que habitaron este territorio en el pasado.
Finalmente, el tercer eje profundiza en los procesos de apropiación social del patrimonio que surgieron a partir del hallazgo. Este componente revela cómo el encuentro con las piezas arqueológicas despertó el interés y la participación de la comunidad local, desde la familia Pachón hasta jóvenes, artesanos y otros habitantes del municipio y de la región, quienes comenzaron a establecer nuevas conexiones con su pasado, a reconocer prácticas tradicionales aún vigentes, como la talla en piedra, y a reinterpretar su vínculo con la historia del lugar.
Una historia co-curatorial entre la arqueología y la comunidad
Tununguá: una historia tallada en piedra es mucho más que una muestra de piezas arqueológicas. Es el resultado de un trabajo de co-curaduría entre investigadores, instituciones y comunidades locales, que se han unido para darle un nuevo valor a los nexos entre el pasado y el presente. El proyecto ha contado con el liderazgo del Museo Nacional de Colombia y del grupo de investigación local, conformado por colectivos, gestores culturales, investigadores aliados y habitantes del municipio que, con orgullo, se han convertido en guardianes de su propia historia. Así mismo, ha tenido el apoyo del ICANH, la Secretaría de Cultura y Patrimonio de la Gobernación de Boyacá y la Alcaldía de Tununguá.
La exposición invita a pensar en cómo las comunidades campesinas de hoy encuentran en estas estatuillas un espejo simbólico de sus raíces. Las piezas, con sus formas e iconografías singulares, plantean preguntas sobre su origen, su función y el universo espiritual de quienes las elaboraron. Aunque su filiación cultural se ha asociado tanto a la tradición muisca como a la guane, Tununguá se sitúa en un corredor fronterizo entre Boyacá y Santander, lo que abre nuevas posibilidades para entender las conexiones y flujos culturales entre los pueblos prehispánicos.
El poder de la piedra como memoria viva
Las figuras halladas en Tununguá desafían las categorías convencionales de la arqueología. En ellas, el arte y la espiritualidad se funden en una materialidad que habla de intercambio y cosmología. Cada talla es, a la vez, una obra y una ofrenda; un puente entre lo humano y lo trascendente, entre la tierra y el espíritu.
El hallazgo ha permitido a la comunidad resignificar su territorio, no solo como un espacio de producción agrícola, sino también como un escenario de memoria ancestral. A través de talleres, investigaciones participativas y encuentros culturales, los habitantes han transformado este hallazgo en un proceso de apropiación social del patrimonio y, con ello, han demostrado que el conocimiento arqueológico también puede construirse desde el diálogo entre la ciencia y la vida cotidiana.
Con esta exposición, el Museo Nacional de Colombia reafirma su misión de reconocer los múltiples relatos que conforman la nación y promover el encuentro entre los saberes académicos y comunitarios. Tununguá: una historia tallada en piedra es, al mismo tiempo, una ventana al pasado y un llamado a mirar el presente con otros ojos: los de quienes reconocen que cada fragmento del territorio guarda una historia que nos pertenece a todos.
En medio de piezas-seres, ilustraciones, relatos orales y otros recursos, el visitante encontrará en esta muestra preguntas en torno a su propio origen, las huellas que dejaron los pueblos que habitaron las montañas y los valles de Cundinamarca, Boyacá y Santander, así como rastros sobre la manera en que esos ecos del pasado aún palpitan en las manos campesinas que cuidan la tierra.
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Más información:
Tatiana Lizarazo
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