Actividades paralelas a la exposición temporal

[Proyecciones audiovisuales]
Al margen del río
Auditorio Teresa Cuervo Borda
Sábados 3:00 p.m.Entrada libre

Sábado 1 de marzo
El río de las tumbas
Julio Luzardo [Colombia, 1964]
Duración: 87’

Retrato de la vida de una población, situada a la orilla de un gran río, cuyo ardiente clima sofoca a sus habitantes durante todo el año. Tanto los que viven allí como los eventuales visitantes, se contagian de una soporífera condición que los hace indolentes frente a todo lo que sucede a su alrededor. Ni siquiera la aparición de cadáveres flotando en las aguas, logra conmocionar a estos personajes.


Martes 8 de abril
Artesanías culinarias de un nuevo Caribe
Leonor Espinosa [Colombia, 2006]
Duración: 60’
Dirección de fotografía y cámara: Freddy McCormick; Producción ejecutiva: Mariana Velásquez; Edición: Verónica Posada; Guión: Laura Hernández y María del Rosario Arrázola; Asistente de dirección: Fiona Beson; Musicalización: Leonor Espinosa; Animación: Pedro Ortiz; Graficación: William Cruz; Post-producción: Cinex Televisión; Transporte: Javier Sanjuan.

“La costa norte de Colombia, abierta al prodigioso Caribe, es un mundo mágico, no sólo por el deslumbramiento de su mar, la luminosidad de su atmósfera y los recodos marinos, sino por el rico acervo culinario, en donde a través del tiempo han participado la mano de tradición hispánica, a ratos el rezago de la sazón indígena y, como toque prodigioso, la de la etnia negra. Desde la Guajira hasta el Valle del Sinú, encierra espacios agrícolas, con expresiones culturales de contrastados acentos, pues en este caso, hay que hablar de  la cultura Wayúu, o la de tono africano, la sirio-libanesa o la derivada de la herencia española. Rastrear con anhelos culturales las tradiciones culinarias que surgen de estas corrientes, es un noble propósito y sólo a una sensibilidad artística y la buena mesa de Leonor Espinosa, se le ocurre tan generoso propósito. Ella, tras un rigor artístico junto al fogón, en las investigaciones permanentes sobre nuestras herencias cibarias y en la búsqueda del gracioso equilibrio de los sabores, ha conquistado ya el reconocimiento o aplauso general.

La cocina criolla nuestra, como tantas otras cosas del mundo, se ha visto afectada no sólo por el olvido de muchas de sus fórmulas, sino por la degeneración en nombre de la modernidad al practicarla. Frente a esta adversidad, Leonor Espinosa esencialmente lo que ha querido es rescatar estas profundas tradiciones de nuestros fogones y para la empresa ha recorrido toda nuestra Costa Caribe, investigando y oficiando con las viejas cocineras o amas de casa; ahondando las formas de cocción o en la picardía de muchos de sus dulces. Por este esfuerzo de un espíritu tan despierto como el de la ya célebre Leonor Espinosa, podemos saber del salpicón de toyo, del friche o arroz de fríjol guajiro, del sancocho de sábalo o la posta negra de Cartagena de Indias y los bollos de batata, maíz, yuca o coco del Atlántico. O del bocachico en cabrito, la mazamorra de maíz o el vinagre de piña, en fin, de tantos y tantos platos que nos dan feliz interpretación de una cultura material de extraordinaria significación.

La cocina, como el amor, ya lo hemos dicho, es el arte de saber aderezar y de manejar el fuego. Leonor Espinosa con su emocionado trabajo nos ha dado, además, la posibilidad de encontrar también una forma de felicidad”.*

*Texto de: Lácydes Moreno Blanco. Bogotá, noviembre 8, 2006. (Tomado del DVD del mismo nombre).