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Voces de la “L”, el lado humano del “Bronx”

 

Por: Marisol Rivera Roa*


Mientras observaba la maqueta de gran tamaño de lo que había sido la “L”, o como popularmente se conocía “la calle del Bronx”, en la sala MuseoWiki del Museo Nacional de Colombia se escuchó fuerte la voz de una pequeña señora ex habitante de la “L”: “Ya no existe la zona, solo existe en nuestra cabeza. Sí, el cartucho era malo pero era convivencia de personas que somos diferentes y desiguales. Nos lo quitaron”. La voz de “Pajarito”, como ella se hace llamar, fue una de las voces que más se escucharon esa tarde del 22 de noviembre en el encuentro Renovando el olvido: memorias de la “L.  

Pasadas las 2:00 p.m. había iniciado el encuentro guiado por dos jóvenes ex habitantes de la zona e integrantes de la agrupación hip hop ‘Free Soul’. Habían  llegado emocionados al Museo para exponer la maqueta que representa la calle que dejó de existir hace aproximadamente año y medio. 

No pasó mucho tiempo para que esta gran pieza estuviese rodeada no solo por ellos, sino por el público asistente en el que también había ex habitantes de esta zona apoyando y escuchando a sus compañeros. Mientras detallaba su gran elaboración, sus construcciones coloridas, sus calles llenas de gente y las reproducciones de los grafitis originales que adornaban los muros de la “L”,  los muchachos contaron que la maqueta se elaboró tras un proceso de memoria de 155 ex habitantes de la zona. “De muchas cosas ya no nos acordábamos y cada uno aportó con lo que ellos recordaban”, explicó  uno de los expositores. “Fue un poco doloroso recordar”, agregó.

En la maqueta se podía observar desde un puesto de huevos y chorizo hasta los banderines colgando  entre lo más alto de sus techos, los cuales, como explicaban, no eran símbolo de celebración, sino una barrera para las cámaras de los drones que volaban vigilantes. Me di cuenta de que sabía muy poco sobre este lugar y que el público, a juzgar por la cantidad y clase de preguntas, tampoco. 

Los jóvenes respondieron inquietudes relacionadas con las duras historias que se oyen del Bronx, pero compartieron también anécdotas y aspectos de su día a día; al fin de cuentas, como expresó el curador de Etnografía del Museo, Andrés Góngora, la finalidad de este encuentro y la intención de ellos no era seguir hablando de lo que siempre se contó.

“Había jóvenes dentro del mundo de las drogas, porque eran tantos sus problemas y las dinámicas del lugar que hacían que uno terminará ahí”, comentó uno de los expositores, dejando claro que para ellos no era fácil vivir allá. “Por eso queremos hacerles reflexionar, porque el habitante de calle no es solo lo que todos dicen, no son etiquetas, sino que es alguien que está presionado por la sociedad, tiene una historia, es un ser vivo con sentimientos”.

Si no hubiese asistido a este encuentro, ¿pensaría ahora desde esa perspectiva? ¿Habría sido posible pensar en las historias humanas detrás de esto? El público comenzó a guardar silencio y se sintió la verdadera intención de la actividad en el Museo: conocer el lado humano de esta historia íntima de Bogotá, uno que siempre estuvo relegado.

“¿Cómo fue el día del desalojo?”, preguntó alguien del público. Inmediatamente, “Pajarito” respondió: “Llegó la policía y no les importó las personas ni los derechos humanos, a ellos solos les preocupaba limpiar por encima de nosotros”. Se les escuchaba en el tono de voz la rabia y nostalgia que les produce el recuerdo de ese día que describen como “cruel e inhumano”, no solo por cómo se ejecutó, sino por lo que ocurrió después. “Toda la gente que salió de aquí no contó con un apoyo”, comentó uno de los voceros, mientras señalaba su maqueta. “Mucha gente se quedó afuera, otra desapareció…”.

“Los que venimos de allá también tenemos voz para hablar, habilidades, talentos, capacidades, dones, hijos, familias, tenemos sentimientos, tenemos humanidad”, reclamaba “Pajarito”. Por mi parte, no pude comentar nada. Tras escucharla se me hizo un nudo en la garganta al caer en cuenta de la ignorancia y desconsideración que tenía sobre ellos y, en general, las personas que no tienen hogar. 

El público también guardó silencio un tiempo y después de dos horas de diálogo felicitaron a los muchachos por su iniciativa y por la maqueta. “Hay jóvenes como ellos que vienen de allá que son talentosos y hacen arte”, agregó “Pajarito”.

Al terminar, reconocí la importancia de encuentros como estos. Renovando el olvido: memorias de la “L” me dio la oportunidad de conocer al Bronx. Más allá de lo que los medios de comunicación informaron, fue el momento de conocerlo a través de su gente. Vi al Bronx como el hogar de muchos, como una historia que no debe ser olvidada, como una problemática social de desigualdad e injusticia. Ahora entiendo la importancia de recordar para no olvidar y no olvidar para no repetir y ver a todos como iguales a pesar de las diferencias, todos somos una historia. 



* Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Central. Practicante de la oficina de comunicaciones del Museo Nacional de Colombia

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