La alfarería fue uno de los oficios generalizados en todas las culturas prehispánicas que ocuparon lo que es en la actualidad el territorio colombiano. Tanto las técnicas, como las formas, los temas y sus usos abarcan un espectro muy amplio. Representaciones de animales como jaguares, pájaros o cocodrilos, rodillos y sellos, instrumentos musicales, vasijas y recipientes para uso doméstico y ritual, son algunas de las constantes en la cerámica de estos grupos.
Dentro de este sinnúmero de representaciones,  la figura humana no pasó desapercibida, sino que fue objeto de agudas observaciones y múltiples representaciones en las que se destacaron rasgos que trasmiten concepciones culturales del cuerpo. Es el caso de las piezas elaboradas por grupos que ocuparon parte de la costa Pacífica colombiana y ecuatoriana y que los arqueólogos han nombrado como Tumaco La Tolita. Su cerámica sobresale por sus formas y los rasgos faciales que imprimen gran realismo a las figuras de hombres y mujeres de distintas edades o de variados oficios y rangos. Detalles de la sexualidad, de enfermedades, malformaciones y del ciclo vital, son temas reiterativos en las representaciones de estos grupos.
 
Esta pieza cerámica, en la cual predomina la forma sobre el color, con decoración modelada, aplicada e incisa, fue elaborada en una fina arcilla fluvial que tomaba un color gris claro al ser horneada. Nos muestra una figura humana con arrugas y facciones del rostro pronunciadas con deformación craneal y cabeza desproporcionada con relación a su cuerpo.
 

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