Esta representación de la virgen apocalíptica pertenece al estilo escultórico conocido con el nombre de la escuela quiteña . Este estilo se desarrolló en los siglos XVII y XVIII y se caracterizó por la emoción religiosa, la gran policromía y la rica ornamentación de las imágenes talladas en madera, en las que se logra un tratamiento que les da la apariencia de porcelanas.

La virgen del Apocalipsis está representada en este caso con la túnica blanca y el manto azul que se asocian con la virgen inmaculada, está coronada con símbolos astrales y se encuentra parada sobre una luna, debajo de la cual yace el dragón del Apocalipsis derrotado y con una manzana en la boca que lo relaciona con la serpiente que tentó a Eva.
     
Esta imagen tiene sus antecedentes en un grabado de Juan de Jaúregui del siglo XVIII, que fue retomado por el artista quiteño Bernardo de Legarda quien constituyó una iconografía particular. Las vírgenes características de la escuela quiteña se conocieron también con el nombre de bailarinas debido al ágil movimiento de su cuerpo, en actitud de danza de vuelo para sujetar al dragón con la cadena, y al gran sentido de verticalidad que las caracteriza.