[Audiovisual]
Diciembre de 2017, Martes 12, 5:00 p.m.
Shekuita. El mal trueno
Foro Amanecer la Palabra / sala de exposición
Kemakúmake es hoy un pueblo abandonado en medio de la montaña. Ya no quedan rastros físicos del gran centro ceremonial o Unguma que dominaba el centro del poblado y que fue devorado rápidamente por las llamas por efecto de un rayo destructor. Las casas están enmontadas y con el paso del tiempo empieza a notarse sus paredes cubiertas de pequeñas hierbas y envueltas con bejucos. Es peligroso para el equipo de documentalistas estar allí, dos años después. Tienen que prepararse espiritualmente para recorrer el lugar. Van en busca de una sola casa que alberga los restos de los once cuerpos que por disposición de nuestras autoridades espirituales quedaron allí, como manda la tradición. El lugar le pertenece a Shekuita y no valieron las presiones de los organismos estatales de socorro de entonces para darle sepultura a los cuerpos calcinados.
El Mamo Ramón Gil, la máxima autoridad espiritual del pueblo wiwa, lleva el hilo conductor de la narración, evocando los acontecimientos y explicando todos los trabajos de control y equilibrio espiritual que ha tenido que hacer desde esa misma noche. Con la ayuda de otros Mamos y a través del sistema propio de consulta con zhatukua, el Mamo ha tomado las más importantes decisiones, orientando por años a nuestro pueblo para salir adelante de la tragedia.
José Gregorio Mojica, acompañante del equipo realizador desiste de la subida, explicando las razones que le conllevan a tomar tal decisión. La saga María Ángela revive aquel triste momento, explicando que los sueños anticiparon lo que ocurriría y da consejos para el bienestar y el control de los truenos mediante el canto. Con la profunda admiración que le tiene a la saga María Ángela, Teresa Moscote le pide orientaciones de cómo hacerle frente a la adversidad. Jacinto, entregado a su quehacer de Mamo, efectúa un pagamento en la quebrada para así poder obtener el permiso espiritual para que el equipo de grabación y los protagonistas visiten Kemakúmake, lugar de la tragedia. De vuelta a la comunidad, los cantos dulces de las Sagas reconfortan el espíritu